Cientos de zapatos, la mayoría realizados de una sola pieza de cuero, lo que aumenta muchísimo la dificultad de su elaboración, muestran como Pedro Lozano es capaz de recrear con sus manos desde las sandalias de los romanos a los zapatos de mayor actualidad, pasando por una época muy interesante para el calzado, como fue la de finales del siglo XIX y principios de XX. Casi 3.000 puntadas son necesarias para unir el corte y la suela de algunos de los zapatos que se exponen… y ya saben que para cumplir en rigor las normas hay que hacer un par de cada modelo.
La afición por la dificultad y la belleza le viene a Lozano de lejos, “Desde muy joven me gustó hacer zapatos diferentes, incluso miniaturas que tienen mucha más dificultad que un par de tamaño normal. Pero eran malos momentos y no se podía gastar en tiempo en algo que no fuese productivo. Por eso exposiciones como esta y la que tengo permanente en el Museo del Calzado de Elda (Alicante), solo las he podido realizar una vez que me he jubilado y he tenido para mí todo el tiempo del mundo, estoy pudiendo hacer realidad todo lo que había conservado en el pensamiento durante toda una vida”.
Aunque suene raro, en toda España se han celebrado innumerables concursos de fabricación artesanal de zapatos, en ellos se premiaba la dificultad del trabajo, la belleza del modelo y el tiempo que el artesano empleaba en terminarlo. “Yo siempre era de los primeros, he llegado a hacer un par de zapatos en menos de siete horas. He ganado muchos concursos, casi todos a los que me presenté, en Elda, que es la capital del zapato en España, en Alicante, en Madrid e, incluso, en Valladolid”. Los zapatos premiados en algunos de esos certámenes pueden verse en la exposición de
Pero más allá de los premios y la satisfacción que estos aportan, para Pedro Lozano lo más importante de su labor durante tantos y tantos años es la ayuda que desde su profesión puede aportar a personas con problemas físicos en los píes. “La ortopedia artesanal se está perdiendo definitivamente –nos dice- antes había una demanda importante de este tipo de calzado porque eran muchos los niños afectados por la polio que tenían graves problemas con los píes, pero con la erradicación de la enfermedad los profesionales han dejado de fabricar este tipo de calzado. Yo he creado un método con el que he conseguido que muchas personas puedan permitirse salir a la calle. He empleado moldes de los píes en escayola, para a partir de ellos hacer las hormas de madera necesarias para la elaboración de botas especiales adaptadas a las personas que presentan problemas en los píes. Aún hoy son muchos los que llegan a mi casa con toda clase de recomendaciones para que les haga un par de botas, porque hay médicos, incluso catedráticos, que conocen mi forma de trabajar y se las recomiendan. Siento no poder atenderles a todos y siento aún más que dentro de poco tiempo no quede nadie que pueda ofrecer una solución para su problema que, por cierto, se ha agudizado mucho con los accidentes de tráfico. Nadie se ha preocupado de hacer escuelas para que los jóvenes aprendan estos métodos y otros que aún hoy podrían recuperarse, y habrá personas inválidas que tengan que estar siempre en la cama o en una silla, sin poder salir de sus casas. ”
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