domingo, 13 de julio de 2008

(Guzpeña)El pintor de los escenarios mágicos


Guzpeña presenta sus últimas pinturas en la galería de arte Ármaga.

Enrique Rodríguez ha decidido llamarse simplemente Guzpeña porque su nombre se repetía una y otra vez en el mundo del arte. Así que es el nombre de su tierra el que emplea para competir en el difícil escenario de la pintura. Y decimos bien, competir, porque Guzpeña tiene ya en su haber una interminable relación de premios, su pintura, como dice él mismo, “ha tardado en calar, pero en los últimos tiempos creo que he dado con las claves precisas y cada vez gusta más”. Enrique es de esas personas que creen que el éxito solamente puede llegar a través del trabajo, y no se cansa de pintar.

Su evolución ha sido notable en los últimos tres o cuatro años, sus imágenes inventadas, que parten casi siempre de figuras geométricas, sus laberintos de líneas, se han simplificado y han perdido un poco, afortunadamente no todo, de su cargamento infantil. Sus colores se han hecho más sólidos, ganando sus obras en elegancia y profundidad. El dinamismo poético que pretende en sus creaciones se muestra de forma espléndida en su última exposición, Escalera de Color, que estos días puede verse en la galería de arte Ármaga.

El artista, en cuanto al nuevo colorido de sus cuadros dice que el cambio es “sólo aparente. La paleta –asegura- tiene que tener fuerza, pero parece que no está bien visto que los colores sean chillones. Yo creo que a medida que uno crece, que uno avanza en esta profesión, se va suavizando, se va matizando y los colores son menos contrastados”.

Donde más se nota la personalidad de Guzpeña es un sus inimitables escenarios. “Yo realmente no invento nada, lo que hago es jugar con elementos plásticos. Cojo colores, cojo líneas, cojo planos… los cambio de posición, los transformo… voy jugando realmente. Ese juego acaba siendo al final una especie de mundo extraño con construcciones raras… hasta que el juego acaba convirtiéndose una especie de evocación. Es curioso, podemos ver cualquier detalle y sin pensarlo nos damos cuenta de que nos recuerda algo real. Eso es lo bonito”.

Dice Guzpeña que él no tiene muy claro de donde vienen sus figuras, “Yo –dice- doy mucha importancia a los recuerdos de la infancia, porque el mundo de los niños me fascina, sencillamente porque yo hago lo mismo que ellos, el final de mis cuadros puede parecer muy elaborado, muy trabajado, pero el proceso de creación de la obra es mucho más sencillo de lo que parece. Es coger elementos, jugar con ellos… nunca tengo la pretensión de crear un mundo fantástico, no provoco una idea conceptual… es, sencillamente, disfrutar con la pintura”.

Así como hay pintores que consiguen que sus cuadros sean una representación del silencio, las obras de Guzpeña tienen sonido, evocan maravillosamente esas cajas de música decimonónicas cuyas notas todos guardamos en el rincón de nuestro cerebro que atesora la niñez.

No hay comentarios: