sábado, 27 de septiembre de 2008

Gastronomía clásica al ritmo de hoy


Valentín Fernández, uno de los grandes cocineros leoneses, imparte su magisterio en el restaurante Formela


Valentín Fernández Alcoba es uno de los grandes clásicos de la culinaria leonesa. Con decir que fue jefe de cocina en los tiempos gloriosos del Restaurante Novelty, ustedes ya se pueden hacer una idea, aunque quizá debiéramos decir para los más jóvenes que el Novelty fue durante muchos años lugar de cita obligado para las bodas más rumbosas de la capital. El enorme restaurante cambió de orientación y se convirtió en el Independencia, más pequeño, pero también más selecto, para el consiguió la cocina de Valentín dos soles de la entonces todo poderosa guía CAMPSA, aún no habían llegado el esplendor de las estrellas Michelín al país.

Valentín, desde hace casi quince años, está el frente de los fogones de otro comedor de referencia, el Formela, el restaurante del Hotel Quindós. Y si el hotel en sí es una hospedería de mucho encanto, sobre todo por la maravillosa colección de arte contemporáneo que se puede disfrutar en sus salones, también lo es por la excelencia de su cocina, en sus comedores se dan cita los gourmets más destacados del panorama gastronómico leonés.

Para el ilustre cocinero, que mira con cierta reserva su cercana jubilación, lo más importante en una buena cocina “son las materias primas. Yo no trabajaría en un restaurante que no tuviera en sus despensas los mejores productos. Aquí recibimos cada día los pescados más frescos, las carnes más seleccionadas… naturalmente así es mucho más fácil la labor del cocinero. Creo que nuestros clientes lo saben apreciar y por eso nos son muy fieles. La mayoría de ellos viene una y otra vez a visitarnos y nos traen a sus amigos, sus compromisos de trabajo, su familia… Y es que nos hemos convertido en eso, en una gran familia que se da cita a través de la buna cocina”.

Valentín quiere dejar claro que en el Formela se hace cocina moderna basada lo mejor del recetario tradicional. “Por ejemplo –nos dice- entre nuestras sugerencias para entrantes figuran la Cazuela de Morcilla, la Cecina de Astorga, los Callos guisados y Las mollejas de toda la vida, como referencia a los platos de León. Naturalmente están acompañados de otros con carácter nacional, como las Endivias con anchoa, la Ensalada de pimientos con bonito, los Chipirones rellenos o las Almejas a la marinera. Pero nuestra gran especialidad en este campo son las verduras, las cocemos frescas todos los días y el Salteado de Verduras es uno de nuestros platos estrella”.

No debemos olvidar su Revuelto de morcilla con patatas crujientes, que se ha hecho famoso y ahora se puede degustar en muchos restaurantes, pero que aquí hicieron primero que nadie.

Hablando de tradición debemos reseñar que en el Formela cada jornada se ofrece un plato de cuchara, el día de nuestra visita tenían unas increíbles Alubias blancas con chorizo, pero de lunes a sábado se pueden degustar: Patatas con congrio y almejas, Lentejas con chorizo, Cocido leonés, Menestra de verduras y Alubiones estofados. Además de las exquisitas sopas de pescado y marisco, cebolla y Jerez.

Nos cuenta Valentín que en muy difícil mantener el prestigio de un restaurante de categoría alta. “Y si quieres buscas galardones, estrellas, soles y esas cosas, puedes acabar en la ruina, ya que la cocina de vanguardia, si no está acompañada de algo tradicional que mantenga la clientela, se convierte en algo insoportable económicamente. Ningún restaurante enfocado solamente a la modernidad es rentable, tienen que hacerlos viables a través de otras cosas. Nosotros aquí damos una media superior a las cien comidas diarias, cosa nada fácil, y nuestra misión principal es prestigiar el hotel”.

Pero volvamos a la carta. En pescados destacan su Bacalao al ajo arriero, el Rodaballo al horno, la Lubina a la espalda, el Rape a la cazuela, el Lenguado a la manier y el Cogote de merluza.

En las carnes el Escalope a la leonesa, la Perdiz estofada, el Lechazo asado, el Rabo de toro estofado, el Solomillo de añojo al oporto, el Corzo estofado y el Ossobuco al horno. Unas carnes espléndidas servidas siempre en su punto.

En los postres de la casa destaca por derecho propio el Soufflé de helado, “hay clientes que vienen solamente por poder disfrutarlo”. Pero también son muy recomendables su Tocinillo de cielo con helado, las Mousses de limón y chocolate, los Crepes de crema y naranja y el Helado de Almendra.

Valentín no se conforma con hablarnos de sus guisos, también quiere que veamos como los hace y nos “obliga” a visitar su cocina y sus frigoríficos para que conozcamos de primera mano las excelencias de las materias primas que emplea y lo modélico de su manera de interpretar la alta cocina. El Formela es en estos momentos, como viene siendo desde hace ya muchos años, uno de los orgullos culinarios de la capital leonesa.

……….

Restaurante Formela

Gran Vía de San Marcos, 38

León

Teléfono: 987.23.62.00

Horario: de 13,30 a 16,00 y

de 21,00 a 11,30

Descanso: Domingos

Menú recomendado:

Menestra de verduras

Lubina a la espalda

Soufflé de helado

Precio: 31,50 euros

Calificación: (de 1 a 5) *****


Cocina para los más pequeños


La industria de Disney hace mucho que dejó de pertenecer exclusivamente al cine, actualmente sus tentáculos se extienden a muchas otras facetas de los negocios, aunque sin perder nunca de vista a los niños.

Ahora, con notable buen gusto, han decidido crear unas hermosas vajillas infantiles de gran calidad y espléndido diseño que, por su dibujos y colorido, hacen las delicias de los más pequeños, y las acompañan de unos sensacionales fascículos en los que ofrecen la posibilidad a las madres y también a los retoños de hacer una cocina fácil y especialmente destinada a los infantes.

A la mesa con Disney, bajo la advocación de Mickey, el Pato Donald, Goofy y compañía, ofrece en cada fascículo una línea culinaria determinada. Por ejemplo, en el primero de ellos se dedican de cuerpo y alma a la pasta, con platos tan sugerentes como Espaguetis con tartar de salmón, Macarrones con brócoli y queso fresco, Macarrones a la siciliana, Lazos con albondiguillas de carne y Espaguetis con tomates cherry y pimiento verde.

Lo mejor de estas recetas es que están maravillosamente explicadas, que no tienen grandes complicaciones y que se pueden elaborar en poco tiempo. El fascículo comienza con una pequeña y divertida historia del producto, en este caso la pasta, añade jugosos comentarios para divertimento de todos y termina con una muy interesante sección titulada: Los secretos de una cocción perfecta. Las ilustraciones, como sucede en todos los productos de la casa, es sencillamente sensacional.

Una bonita manera de iniciar en la cocina a los más pequeños, a la vez que los mayores aprendemos a elaborar las recetas que ellos prefieren y que comerán siempre con auténtico deleite.

jueves, 25 de septiembre de 2008

(Elda Arangüena)Jugando con las texturas


La pintora Elda Arangüena expone sus obras en Sharon Art.

El arte se acompaña de la artesanía en la última obra de la pintora Elda Arangüena. En los cuadros que presenta estos días en Sharon Art se puede comprobar como la paciente labor del artesano puede ser el complemento ideal para el Arte con mayúscula.

No es momento de descubrir a Arangüena, son ya muchas las exposiciones que ha realizado desde su llegada a León hace algunos años, se trata de una pintora en cuyo trabajo se impone la espontaneidad, de frescura y cuyo temario es muy amplio, desde la figura humana al paisaje, pasando por los bodegones y por cualquier tema que se cruce en su camino.

En esta exposición, que ha titulado Paisajes y otros telares, en una clara alusión a la técnica que este momento emplea, nos encontramos con varios retratos inventados, en los que la artista trata los personajes con un sugerente toque de surrealismo, dejando que desaparezcan en parte del dibujo, o que la repetición de sus facciones les convierta en seres misteriosos y etéreos. Importante es el tratamiento que la pintora hace de los vestidos de algunos de ellos.

Y aquí llegamos al momento de explicar que Arangüena mezcla los colores acrílicos con una original técnica de collage que añade interesantes texturas a sus obras. La arpillera es el sustento físico del cuadro y ella otorga la primera textura interesante a las pinturas. Después vendrá el pegado y el cosido de diferentes telas, para conseguir un consistente resultado final. “He jugado con texturas de arpilleras, linos y algodones que entremezclo y dejo asomar entre la pintura. A menudo, sobre todo en la figura trato que esta técnica me permita escapar del hiperrealismo”.

En su tratamiento de los paisajes la pintora ha elegido con evidente acierto un alejamiento del tema a través de unas sugerentes brumas, unas nieblas que esconden la fealdad de las ciudades sin alma, una atmósfera de algodón que acerca su obra a la abstracción.

En conjunto sus cuadros la presentan como artista llena de ilusiones, con muchas ganas de hacer algo grande y que busca incansablemente el camino para conseguirlo. Una pintura que sorprende y que deja claro que la mágica espontaneidad y la continua experimentación son virtudes innatas en la pintora.

Sharon Art

Calle de Cervantes, nº 10

Horario: De martes a domingos: de 18,30 a 21,30


10 en la sala Torreblanca

Nueve catalanes y una leonesa unidos por la pintura

Muchas veces hemos comentado que la sala de exposiciones del Nuevo Recreo Industrial, la Sala Torreblanca, hace una gran labor para permitir la presentación al público de nuevos artistas. Poco importa que estos hagan una obra de mayor o menor interés, lo bueno es que aquellos que tienen inquietudes tienen una posibilidad de mostrarlas.

En la céntrica sala exponen estos días diez artistas que han llegado desde Cataluña de la mano de una leonesa que hace patria en Barcelona. Después de varias exposiciones de sus cuadros, Ana Carrera ha decidido traer a su tierra a sus compañeros de El Taller, diez pintores de los más variados estilos unidos por una misma idea.

Son las suyas pinturas de los estilos más variados, pero todas ellas cargadas de ilusión.

Ana Carrera, Ana Dorado, Montserrat Barceló, Eugenia Larrea, Antón Parache, Enric Coll, Rosa Subils, Nuria Biames y Elena Calvo, presentan una colorista e interesante exposición.



lunes, 22 de septiembre de 2008

(Juan Alcalde)Testigo pictórico del siglo XX


El veterano pintor madrileño Juan Alcalde expone en la Galería Arte Lancia

Juan Alcalde (Madrid, febrero de 1918) es un artista que vivió intensamente el siglo XX en todas sus facetas. Como artista se inició en la Escuela de Artes y Oficios, con Agustín L. González, así como en el Museo de Reproducciones Artísticas y en el Círculo de Bellas Artes, ingresando en San Fernando en 1933, e iniciando sus estudios en 1934, teniendo entre otros profesores a Aurelio Arteta, que es su valedor para el Premio “Molina Higueras”, que le concede la Academia de San Fernando.

En plena juventud se enfrenta con la trágica epopeya de la Guerra Civil, en la que combate en las filas del bando republicano, lo que le obliga a exiliarse en Francia, donde vivió las penurias de los campos de concentración. La entrada de los alemanes en el país galo le obliga a viajar a diversos lugares en busca de horizontes más o menos halagüeños. En Montauban, donde morirá Azaña, Juan Alcalde realiza un dibujo del ilustre político en su lecho de muerte.

Después de realizar algunas exposiciones en Francia, en 1942 intentó huir a América desde Marsella, y al no conseguirlo entró clandestinamente en España. Fue detenido y después de pasar tres meses en la Cárcel Modelo, salió de ella para cumplir el servicio militar.

Cuando finalmente se licenció, durante un tiempo pintó los cartelones anunciadores de las películas cinematográficas, única forma que encontró de subsistir. Pero pronto, en los años 1948 y 49, consiguió realizar nuevas exposiciones en Zaragoza y Valencia y también embarcarse para el nuevo mundo, concretamente viajó a Caracas y a la República Dominicana, donde pintó un retrato del presidente Trujillo. Después de un largo periplo de diez años por tierras americanas regresó a Europa. A su llegada a París participó en la exposición titulada Artistas Españoles en París.

El tiempo había ya había hecho olvidar en parte las angustias de posguerra, y las exposiciones de Juan Alcalde se sucedieron ininterrumpidamente en toda España y en diversas capitales europeas. Sobre la obra del artista escribe Remo Ruiz en el catálogo de su exposición de la sala Biosca en 1982: “Despojada de todo artificio innecesario, hermoso en su absoluta desnudez, se nos presenta como una pintura esencial, en la más exacta acepción del término. En sus cuadros hallamos la soledad, mas no la desesperación. La Obra de Juan Alcalde, plena de inteligencia y de sensibilidad, posee una carga poética que trasciende debajo de su aparente frialdad. Pintura de personalísima factura, sin antecedentes en el devenir de nuestra creación artística y sin influencias miméticas de otros grandes maestros contemporáneos”.

En la galería Arte Lancia podemos ver un pequeño compendio de su obra, óleos dibujos y grabados nos muestran a un artista aún en plenitud a pesar de su avanzada edad, un pintor que es capaz de crear poesía a través de cada trazo, y de la cadencia de cada pincelada.



(Santiago Omaña y Santiago Meléndez)Paisajes paralelos


Los pintores Santiago Omaña y Santiago Meléndez exponen en la Galería Sardón

Santiago Omaña y Santiago Meléndez son dos pintores que se enfrentan al paisaje con unas perspectivas bien diferentes. Omaña está enamorado de los amplios horizontes, de los campos apenas quebrados por las ondulaciones de pequeñas colinas. Por su parte Meléndez apuesta más por el paisaje urbano que interpreta con unas formas muy geométricas. Son pues dos artistas que de alguna manera se complementan, cuyos trabajos son paralelos y muy interesantes, como se demuestra en la exposición que ambos presentan en la galería de arte Sardón.

Santiago Omaña comenta que quizá los colores de sus cuadros “vienen dados por el primer paisaje que conocí en mi pueblo de La Cepeda. Frente a mi casa había unas torrenteras de tierras muy rojas y a su alrededor un color ocre que llegaba hasta el horizonte. Y esos ocres y esos rojos, se han quedado para siempre en mi paleta”.

El artista huye cada vez más del dibujo para volcarse en la mancha de color, sus obras, con paso lento pero seguro, buscan el siempre atractivo mundo de la abstracción. “Siguen siendo los paisajes de siempre –explica- pero interpretados de una manera diferente, cada vez pongo más de mi personalidad en los cuadros, contemplo los paisajes a través de mis conceptos pictóricos. Es una continua evolución que puede que muy pronto muestre algunas interesantes sorpresas”.

El colorido del Santiago Meléndez es muy contenido, su gama está basada en los grises, aunque no desdeña añadir como contraste ligeras pinceladas de colores fuertes, rojos, azules, verdes… “Yo –comenta- soy un amante del dibujo, por encima de todo me gusta dibujar y cuando me encuentro con un paisaje que me permite acercarme a él a través del dibujo geométrico siento la necesidad de representarlo”.

Meléndez muestra en la exposición algunos cuadros de tiempos pretéritos en los que representa paisajes más académicos, aunque siempre rodeados de una atmósfera presidida por los tonos grises. “Llevo muchos años pintando –nos dice- y creo que he llegado a unos conceptos que ya no variarán de una manera drástica. Es lógico que aún evolucione, pero estas tonalidades y el interés por el dibujo y la geometría pienso que son las bases de mi obra y no creo que cambien de una forma radical”.

Dos hombres, dos artistas, que interpretan el paisaje que les rodea de formas muy diferentes y que transitan por dos caminos paralelos pero igual de interesantes.


domingo, 21 de septiembre de 2008

Los sacerdotes del vino


Los sumilleres leoneses visitan una tonelería portuguesa para conocer los secretos de la fabricación de las cubas en las que el vino se cría. C. SANTOS

El la Asociación Leonesa de Sumilleres tienen cabida todos aquellos que se interesen vivamente por el vino y su entorno. Por eso figuran como socios profesionales de todas las categorías de la hostelería y también aficionados a conocer los eternos secretos de la bebida que compite con la cerveza en ser la más popular del mundo.

Tomarse un vaso de vino ha dejado de ser un acto casi inconciente para convertirse en todo un rito. Pues bien, los sumilleres son los auténticos sacerdotes de esta singular ceremonia. Profesionalmente su trabajo es el de aconsejar los mejores maridajes en las comidas celebradas en los restaurantes y, sobre todo, la de conseguir que los participantes en el banquete se sientan felices con el vino que para ellos han escogido.

Desde su asociación los sumilleres leoneses programan para cada año una interminable serie de actividades destinadas a ampliar sus conocimientos. Así, hoy domingo, estarán en los viñedos bercianos catando no los caldos de la rica comarca leonesa, sino sus uvas, conociendo y disfrutando de los sabores y aromas primigenios del vino. El próximo fin de semana visitarán Villaviciosa, en Asturias, para acercarse a la sidra, y el pasado lunes viajaron a las tierras hermanas de Portugal, en las cercanías del Duero, para conocer de primera mano como se elaboran las cubas, esos recipientes mágicos que participan tan activamente en la crianza del vino.

La tonelería de J. M. Gonçalves, con una experiencia de más de cien años a sus espaldas, fue la elegida. En sus modernas instalaciones de Palaçoulo, ha conseguido unir la tradición artesanal a las nuevas tecnologías para producir cada día medio centenar de barricas.

El proceso comienza con la selección de la madera, siempre de roble y procedente de diversas regiones geográficas, desde los Estados Unidos a los montes del Cáucaso ruso o los de las tierras magiares. Son árboles de más de cien años, incluso de más de doscientos que son talados, transportados y almacenados con sumo cuidado para que mantengan todas sus cualidades. Los más buscados son los de grano más fino.

El proceso de fabricación comienza cortando los troncos en el sentido de sus vetas naturales con una gran hacha mecánica. Después se sierran para convertir las piezas de madera en las dovelas, de dos tamaños diferentes, que formaran la estructura de la cuba.

Aquí comienza el verdadero rito artesanal, las dovelas, apenas sujetas por dos aros metálicos, son sometidas al tratamiento de un intenso fuego, combinado con la aplicación de agua, hasta conseguir que las tablas permitan que el artesano las haga adquirir la forma de cuba, una vez lograda de sujeta con nuevos aros metálicos.

La cuba tiene así conseguida su forma, vendrá después la instalación de las bases laterales, la perforación del agujero que permitirá verter el vino en ellas, su lijado y el terminado con la grabación de la firma del artesano tonelero y la de la bodega que las haya adquirido. Grabación que se hace quemando ligeramente la madera con un rayo láser que dibuja primorosamente los motivos elegidos.

Las cubas que se fabrican en la tonelería de J. M. Gonçalves, son empleadas por varias bodegas de la Ribera del Duero, algunas del Bierzo y, como no, en las cercanas bodegas portuguesas de Oporto.

Los sumilleres leoneses tomaron buena nota del proceso, de las aportaciones que la madera de roble aporta a los distintos vinos, y dieron así un paso más en su intento por conocer todos y cada uno de los secretos que rodean al vino.



(Juan Manuel Villanueva)Negro sobre negro



Juan Manuel Villanueva presenta sus esculturas en el Colegio de Arquitectos. C. SANTOS

Si tuviéramos que resumir en una palabra la obra del joven escultor leonés Juan Manuel Villanueva, diríamos que sus trabajos son especialmente elegantes. La sala de exposiciones del Colegio oficial de Arquitectos, presenta estos días la última muestra del trabajo de este artista que, significativamente, ha titulado, Esculturas.

Las obras de Villanueva están muy emparentadas con el mundo del diseño, con la arquitectura y con los muebles de autor. También lo están los materiales industriales que sirven de soporte a sus creaciones.

La exposición que comentamos está dividida en varias secciones que tienen en común la línea recta y el color negro. “En este caso –explica el autor- se trata de ejercicios materializados de diferentes líneas de trabajo. Si en mis exposiciones anteriores (Cubo Azul o Escuela de Artes y Oficios) plantaba distintas formas, incluso atreviéndome a llevar algunas esculturas a la pared, y mi interés por trabajar con diferentes materiales, en esta he comenzado por crear maquetas en cartulina negra, pequeñas esculturas que luego han ganado en tamaño y que han cambiado de soporte. De cualquier forma siguen siendo como experimentos. Por ejemplo, viéndolas en la sala de exposiciones me he dado cuenta de que en las obras de mayor tamaño, la chapa debiera tener un poco más de grosor”.

Los formatos son de dimensiones muy diferentes, desde pequeñas estructuras de apenas cincuenta centímetros de lado, a otras mucho más espectaculares. “Por ejemplo -comenta Villanueva- la mayor de todas ellas rompe con todo lo que he hecho anteriormente. He tratado de generar en ella un volumen, concretamente tiene la apariencia de una mesa e intento generar volúmenes que pudieran servir como apoyo. Tiene unas dimensiones considerables que tratan de desafiar el equilibrio”.

En otra de las secciones de la exposición Villanueva presenta unos módulos que se complementan por parejas, podríamos establecer una equivalencia con lo masculino y lo femenino.

Finalmente, la tercera parte de la muestra está dedicada a trabajos que “por su tamaño están destinados a poder ser disfrutados dentro del pequeño espacio de un hogar”. La chapa industrial, cubierta de una imprimación negra que le otorga una textura muy sugerente, es la protagonista de esta exposición en la que Juan Manuel Villanueva, muestra la imparable evolución de su obra. Villanueva es un artista lento… pero seguro, que trabaja sobre cien bocetos para la realización de cada una de sus obras y que antes de llevarlas a feliz término las ejecuta como pequeñas maquetas para que nada se le escape. Es la suya una obra tremendamente meditada y muy comprometida con la vanguardia que le muestra como uno de los valores más firmes de la escultura leonesa en la actualidad.

Colegio de Arquitectos de León

Calle del Conde Luna, 6

Horario: de lunes a viernes de 20,00 a 22,00 horas

viernes, 19 de septiembre de 2008

(Rafael Guzmán)La técnica al servicio del arte


El zamorano Rafael Guzmán presenta en la sala Lucio Muñoz sus vídeo-instalaciones tituladas Derivas

Derivas, la exposición que estos días ocupa el espacio de la Sala Lucio Muñoz, es una de las más vanguardistas de cuantas se han presentado a través de la acción Constelación Arte. Su autor, el artista zamorano Rafael Guzmán, sorprende de entrada al visitante con una espectacular escultura sonora, que llena con sus ecos el vestíbulo de la delegación de la entidad autonómica. “Los desplazamientos que hace cada uno de los visitantes que recorren este espacio otorgan una experiencia auditiva diferente, que influyen tanto en su estado de ánimo como en su modo de percibir el espacio”.

Cuando el espectador penetra en la sala de exposiciones se encuentra con una monumental cruz formada por cinco grandes televisores de plasma. Se llama La Cruz del tiempo, y en ella se combinan el vídeo y el sonido con lacónicas secuencias textuales que el espectador descubre al detenerse ante ella. Dice el autor que ha intentado crear “un espacio de connotaciones sacras, en el que los fragmentos reales de su rostro se yuxtaponen con otras de un avatar virtual creado mediante un programa de ordenador. Este Alter-ego del artista se convierte en el protagonista principal. Las secuencias textuales y el sonido envolvente invitan al recogimiento”.

Al fondo de la sala la instalación Meditaciones se articula alrededor de un círculo rojo inscrito en el suelo, y está integrada por seis grandes pantallas. El autor trata de “representar su avatar a través de varios estados físicos y emocionales vinculados a la exploración interior. El gran disco rojo de convierte en un foco de atracción que invita a la reflexión. Caminar, explorar, escuchar”.

La exposición finaliza con un vídeo titulado Derivas en el que se combinan imágenes documentales que recogen las diferentes derivas viajeras realizadas por Rafael Guzmán en los últimos años, con reflexiones en voz alta del propio artista y citas a algunos de los artistas y pensadores que han marcado su proceso creativo.

La creación de Derivas ha significado “un largo procese de reflexión que ha terminado ahora mismo, son trabajos culminados este mismo año. La muestra tiene tras de sí una gran producción tanto de medios tecnológicos, como de horas ante el ordenador, pues en su mayor parte se trata de imágenes realizadas a través de las técnicas digitales de la imagen y el sonido. Yo busco para a un espectador reflexivo que quiera conocer una propuesta diferente. Aquí no solamente hemos trabajado sobre el espacio físico, sino también sobre el espacio mental. No sólo sobre la geografía, sino también sobre la psico-geografía. Es un auténtico viaje mental a través del sonido, las imágenes y el documento que el viaje ha generado”.

Ventanas de la modernidad, ventanas electrónicas abiertas a un mundo interior al que el zamorano Rafael Guzmán pretende que el espectador se asome.

El proyecto Constelación arte tiene una vertiente didáctica, un proyecto educativo dedicado a grupos escolares, familias y público en general, con visitas guiadas que dirige Mercedes Castillo Alonso, con la que se puede contactar a través del teléfono 686 661 339

Sala Lucio Muñoz de la Delegación de la Junta de Castilla y León

Horario: lunes a viernes de 10,00 a 14,00 y de 18,00 a 20,00. Sábados de 12,00 a 14,00


Los arroces al poder


La nueva versión de La Oca ofrece una espléndida carta de arroces y muchas sorpresas culinarias. C. SANTOS

En el proyecto del ensanche de la capital leonesa había diseñada, casi en el centro, una plaza circular, como una gran paellera, a la que se denominaba Glorieta de San Froilan. El plano cambió radicalmente, porque los intereses de los propietarios de los solares que el ensanche ocupaba se cotizaron más que las ideas de sus diseñadores, pero la plaza, cien metros arriba o abajo, ahí la tenemos. El pueblo, siempre sabio, la llamó Plaza Circular, luego fue señalada con el nombre de un héroe de la España de Franco, mientras que el pueblo pasó a llamarle de la Inmaculada, refiriéndose a la emblemática estatua blanca de la Virgen que esculpiera el gran escultor astorgano Marino Amaya, que es con el que creo que se ha quedado.

Pues bien, en una de las esquinas de esta céntrica plaza abre ahora sus puertas un moderno establecimiento hostelero, La Oca, que, después de pasar también por diversas manos, en el pasado mayo ha sido reinaugurado por los hermanos Jaime y Javier Caunedo, dispuestos ha convertirlo en una referencia importante de la restauración leonesa.

Para empezar, y quizá haciendo honor a lo circular de la plaza en que se ubica, han creado una interesantísima carta de arroces, algo que en León tiene mucha clientela. En ella nos encontramos con las paellas de carne, de marisco, mixta y de verdura, entre 11,90 y 13,20 euros. Después, arroz negro, arroz con bogavante (la reina de la casa y la más cara, 17,50), arroz a banda, arroz caldoso con almejas (deliciosa), y el risotto de hongos y setas. Cierra la carta un apetitoso fideua de marisco.

Como ven la variedad es grande. Estos platos de arroz pueden llevar teloneros como las croquetas caseras, los chipirones encebollados, o los pimientos con queso fresco y anchoas, entre 6 y 7,50 euros.

Hay otra opción en La Oca, sus platos combinados, algunos realmente originales y todos con una gran calidad en los productos que en ellos se integran. Por ejemplo el que contiene Tres pastas frescas, tallarines, carbonara y raviolis, con langostinos y setas. O el Arroz frito tres delicias con chipirones encebollados y salsa americana. El Magret de pato a la plancha con cebollitas glaseadas, setas al ajillo y salsa de oporto. Y la brocheta de lechazo, tallarines salteados al ajillo, salsa de cebolleta y patatas asadas. Hay más, pero estos sirven para que ustedes se hagan una idea.

Naturalmente también ofrecen otros más clásicos, como el Solomillo de ternera a la plancha con salsa de valdeón, ensalada de escarola y patatas, o los Filetitos de pollo al limón, patatas salteadas al ajillo, pimientos asados y ensalada y el San Jacobo de ternera con patatas asadas y ensalada de hierbas.

Pero, lo mejor de estos platos quizá sea su precio, el más caro 15 euros y el más barato 10, pero en la factura entran también las bebidas y el postre. “Son platos con una elaboración muy cuidada -explica Jaime- y con productos muy seleccionados. Nuestro cocinero, que tiene una enorme experiencia, ha conseguido convertir algo que en la mayoría de los establecimientos es pura rutina en algo muy atractivo. Nosotros no sólo intentamos dar bien de comer, también pretendemos presentar muy bien los platos que elaboramos, para que el cliente comience a comer con los ojos”.

En la Oca se abre pronto por la mañana para atender a aquellos que quieren desayunar, pero sus mejores momentos son los de los aperitivos, porque Jaime y Javier se han empeñado en crear unas tapas espléndidas que maridan perfectamente con los vinos y cañas. “Hemos querido hacer –dice Javier- unas tapas muy cuidadas, elaboradas con productos típicos de León y con una presentación especial que a la gente le está gustando mucho”. Nosotros les recomendamos muy especialmente sus pinchos morunos.

Bueno todo esto ha sido para comenzar el rodaje, porque a partir del primero del próximo mes también habrá cenas especiales con entrantes muy cuidados y raciones, por aquello del “picoteo”. “Van a ser platos con protagonistas como el cochinillo, el cordero, las perdices… será una carta un poco más cuidada. También queremos recordar nuestros postres caseros que elaboramos con el mayor esmero”.

Digamos, para quienes aún no lo hayan visto, que La Oca se ha reformado totalmente y que para la nueva temporada pondrá en marcha su comedor del sótano, especialmente para reuniones profesionales o familiares.

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Café restaurante La Oca

Plaza de la Inmaculada, nº 1

León

Teléfono: 987.23.82. 63

Horario: de 13,30 a 16,00 y

de 20.30 a 24,00

Descanso: No tiene

Menú recomendado:

Risotto de hongos y setas

Flan helado, arroz con leche, nata y virutas de chocolate

Precio: 12,90 euros

La Bejarana un lugar de encuentro


La entrada de León, por la carretera que se llamaba de Caboalles y que estaba jalonada de espléndidos chopos, era la glorieta de Pinilla, el principio de aquella barriada obrera que comenzó a levantarse en los años cincuenta del pasado siglo y de la que ya no queda casi nada en su forma original.

Pues bien, en este lugar, precisamente a comienzos de los años cincuenta, al lado de la fábrica de motores de Piva, es una esquina que sigue siendo estratégica, abrió sus puertas un café que con el tiempo ha logrado un gran prestigio: La Bejarana.

Muy cerca, a penas a cien metros, se situaba una de las tabernas más famosas de aquella época, hablamos de la primera mitad de los años cincuenta, se llamaba el Abuelo y se hizo famosa entre los habitantes de aquella provinciana urbe que aún tenía su mayor potencial dentro del recinto amurallado por los romanos, se hizo famoso, decíamos, por sus cocidos. No porque estuvieran especialmente sabrosos, que lo estaban, sino por su precio: 1 peseta. Las leoneses se hacían lenguas de cómo se podía ofrecer un suculento cocido por ese precio, y nadie supo explicarlo, pero durante varios años hubo colas para degustarlos.

Pero lo nuestro hoy es hablar de La Bejarana, cuyos fundadores desconocemos, pero es de imaginar que la autoría correspondiera a unos emprendedores salmantinos trasladados León vaya usted a saber por qué. Pero desde hace diez años dirige el timón de este afamado café, Manolo, que ha sabido adaptarlo a los tiempos que corren y convertirlo en lugar de reunión para los parroquianos de la vecindad y para aquellos que disfrutan de la belleza del cercano Parque de Quevedo. Un servicio esmerado, una buena selección de tapas, con mención especial para sus anchoas con pimientos y su espléndida toritilla española, y un atractivo añadido: aquí se sellaban las quinielas desde que se inventaron y después se han añadido, la primitiva, la bono loto, el euromillón y todas esas loterías que cada semana nos llenan la cabeza de ilusiones para luego romperlas como en cántaro de la lechera.

Les aconsejamos un paseo por el Parque de Quevedo, el que fuera Vivero de Obras Públicas, y una parada en La Bejarana, para degustar su estupendo embutido, sus tortillas… o simplemente un café con leche.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

(Javier Rueda)El regreso de un pintor



El leonés Javier Rueda presenta sus obras en La Casona de la Fundación Carriegos.
C. Santos
El pintor leonés Javier Rueda se marchó de la ciudad que le viera nacer hace ya muchos años, quizá en busca de horizontes más amplios para su arte. Pero la añoranza le hizo volver, hace casi diez años, para llevarse el primer galardón del certamen que iniciaba la andadura del Premio Carriegos de Pintura. Poco tiempo después presentó en la Casa de las Carnicerías un resumen de sus trabajos y después el silencio. “No vengo más a León con mis cuadros –dice- porque no me dan fecha para nuevas exposiciones”. Ahora sí que hay tenido fecha y espacio en un lugar que se ha convertido en emblemático: La Casona de la Fundación Carriegos.
Pocas novedades hay en la pintura de este clásico entre los clásicos de la pintura leonesa. Sus óleos, sus acrílicos, sus pasteles, sus acuarelas, siguen conteniendo enormes dosis de sensibilidad, de poesía. “Yo soy un artista –comenta- que no desdeño ninguna técnica, como se puede ver en esta exposición cualquier me sirve para expresarme, creo que todas son igual de válidas y todas me sirven para transmitir mi mensaje”.
Confiesa el pintor que aunque no esté presente en su tierra, la lleva continuamente en el alma, “Siempre estoy al tanto de la vida cultural leonesa. En esto, como en mi forma de pintar, creo que soy bastante fiel y firme, tengo muy claro lo que me gusta pintar y de donde procedo”.
Y Rueda lo pinta todo, desde emotivos bodegones en los que las flores son como versos que brillan en la penumbra de una habitación misteriosa, hasta sus sugerentes paisajes en los que las hojas de los árboles, sus chopos leoneses, tiemblan en la bruma. Y ahora, también, un regreso a las figuras que en su última exposición parecían perdidas. Han regresado a sus lienzos y lo hacen con fuerza, reinterpretadas siempre por los pinceles de un artista que no sabe sino representar el espíritu de las cosas.
Javier Rueda se recuerda pintor desde siempre. “Recuerdo con mucho cariño mi primera exposición en la sala que entonces tenía la Diputación en el Palacio de los Guzmanes, yo tenía dieciséis años. Creo que la pintura es el combustible que me mantiene, es mi razón de ser y de vivir”.
Y como colofón unas palabras de Victoriano Crémer que figuran en el catálogo de la muestra: “Puede asegurarse que la obra de Javier Rueda es consecuencia de una soledad, de un extrañamiento, de una mismidad. Dicho sea en términos de filosofía existencial: el paisaje de Javier es tan emblemáticamente suyo, con su transparencia, con su sorprendente composición, con su misterio, con su magia lírica, que solamente puede originarse en un espíritu de vilo. Como la alondra, teniendo el aire y la luz como sostén y como alimento”.

( Aitor Saraiba)Toreros, legionarios y folklóricas


Aitor Saraiba presenta en el Cubo Azul sus Dibujos desde la casa de un árbol. C. Santos

El dibujante Aitor Saraiba, que estos días presenta en El Cuno Azul su exposición Dibujos desde la casa del árbol, es un artista con encanto que basa su obra en una cáustica ironía que se adorna con ingenuos dibujos casi infantiles. La obra de este joven artista se representa en un escenario peculiar, hasta cierto punto marginal, pero en el que logra mostrar al espectador las historias cotidianas de su tiempo, las vivencias que de alguna manera marcan su existencia.

Es el suyo un mundo de hombres en el que ocasionalmente tienen entrada fantásticas féminas adornadas con peinetas y mantillas, las típicas manolas, que no tienen inconveniente en ver adornados sus altos peinados con arborescentes cuernos. Y animales, simpáticos seres que acercan la temática de Sarabia a la naturaleza.

El dibujante, en contraste con sus mínimos dibujos, es persona de buen tamaño y torso adornado con espectaculares tatuajes. Es hombre de sonrisa fácil que también se contrapone al pesimismo que en muchos casos emana de sus dibujos. “Mucho pesimismo. Los dibujos son como una respuesta –dice- cuando estoy triste lo reflejo en el papel para que no se me olvide, o para encontrar respuestas. Mis viñetas son como preguntas con respuesta a un mal y conmigo mismo, con otra persona, con el amor, con la vida. Normalmente mis momentos de reflexión llegan en periodos de pesimismo”.

Toreros, legionarios y folklóricas se repiten una y otra vez. “Hay varias razones para que esto suceda –explica- pero la principal es que son los personajes inevitables en el folklore de este país y son con los que más me identifico. Intento deconstruirlos. Creo que yo tengo en mi mismo algo de todos ellos”.

Los otros protagonistas son los animales. “Desde pequeño –asegura el artista- yo siempre asociaba un animal con una persona por su forma de comportarse. Unas veces eran los animales los que se comportaban como las personas, y otras las personas las que lo hacían como los animales. Por eso la presencia de los toreros, donde se muestra la lucha de la bestia contra el hombre o del hombre contra el animal”.

Y buceando en los pequeños dibujos de Saraiba nos encontramos con multitud de cicatrices, sus personajes en muchos casos están literalmente cosidos. “Esa es mi forma de representar los errores. Todos estamos llenos de cicatrices, aunque casi siempre intentemos taparlas. Sobre todo las que nos han quedado en el alma hay que esconderlas para que no se note que somos vulnerables. Solo así podremos volver a levantarnos, volver a enamorarnos, volver a soñar… y procurar no caer de nuevo en los mismos errores”.

martes, 9 de septiembre de 2008

(Antonio Suárez)Un maestro asturiano


El veterano pintor Antonio Suárez, que perteneció al mítico grupo El Paso, presenta sus obras en la galería Ármaga. C. Santos

La galería de arte Ármaga saluda a la nueva temporada con una sensacional exposición del pintor asturiano Antonio Suárez (Gijón, 1923). Se trata de una colección en la que se recogen obras de varias épocas, la más antigua de 1954, pero que a pesar de ello tiene una gran unidad. Este clásico de la pintura española del siglo XX nos muestra una pintura de colores delicados y fuertes acentos matéricos en el contorno de sus dibujos. En la obra que podemos ver en León se aprecia un cierto acercamiento al informalismo, pero sin llegar nunca a traspasar la frontera que le haría perder la referencia de la realidad. Bodegones, paisajes y figuras, especialmente desnudos femeninos apenas insinuados por el empleo de las manchas de color, nos ponen en contacto con una de las figuras señeras de la pintura contemporánea, especialmente si recordamos que fue uno de los fundadores del mítico grupo El Paso.

El Paso surge durante la posguerra española, año 1959, gracias a un grupo de artistas vanguardistas que se propusieron acabar con el estancamiento en el que se encontraba el arte español en ese momento. Su intención era renovar el panorama artístico que la posguerra había paralizado. Los componentes del grupo eran los pintores Rafael Canogar, Luís Feito, Juana Francés, Manuel Millares, Antonio Saura, Antonio Suárez, los escultores Pablo Serrano y Martín Chirino y los críticos Manuel Conde y José Ayllón. Poco después se sumaron los pintores Manuel Rivera y Manuel Viola. Su manifiesto fundacional fue publicado en 1957. En mayo de 1960, cumplidos sus propósitos iniciales, el grupo se disolvió.

Comenta el crítico Luis Burgos que “aunque todos ellos poseían una trayectoria previa individualizada, tomaron como punto de partida estético el gestualismo abstracto o la pintura de acción. Hacen una pintura en la cual la figuración está casi ausente, se adentran en la abstracción pictórica y experimentan con materiales y texturas. Los protagonistas son el gesto, la pincelada violenta y empastada, el arañazo al lienzo, el dripping, el empleo de la arpillera, la tela metálica, la arena, los objetos pegados…”

Solamente el generoso empleo de la materia recuerda en los cuadros de Antonio Suárez que pueden contemplarse en Ármaga su pertenencia al grupo vanguardista de los cincuenta. Aquí, quizá como efecto del paso de los años, nos encontramos con una pintura reposada que poco tiene que ver con las coordenadas que guiaron las sendas artísticas de El Paso.