domingo, 1 de junio de 2008

(Nadir)La pintura juega a la ruleta

El pintor leonés Nadir expone sus cuadros en la Casino del Conde Luna


Nadir es ya uno de los grandes clásicos de la pintura leonesa. A pesar de su juventud, el artista lleva a sus espaldas más de quince años ininterrumpidos de exposiciones. Nadir es pintor meticuloso, aunque no hiperrealista. Le gusta interpretar sus pensamientos, recitar con los pinceles los poemas surrealistas que brotan a raudales de su imaginación. Nadir es el pintor del equilibrio, sus complicadas composiciones siempre tienen un muy bien fundamentado punto de apoyo sobre el que todo gira con seguro movimiento. Y, además, es un artista valiente capaz de enfrentarse a lienzos de grandes dimensiones que en pocas ocasiones puede mostrar en toda su verdad. El Casino del Conde Luna, lugar convertido por primera vez en sala de exposiciones, ha permitido al artista exponer juntos la mayoría de sus cuadros de gran formato y su visión impresiona.

Pero lo más interesante de esta exposición, que por razones del lugar, en una parte solamente puede ser visitada por mayores de 18 años, es la recopilación que Nadir ha hecho de su trabajo a lo largo de los años, una antología donde se aprecia claramente la evolución de su pintura. En los comienzos un torbellino de ideas expresadas con toda la crudeza y valentía de los pocos años, de casi su adolescencia. Después el trabajo más reposado y cada vez más espectacular. Y a lo largo del tiempo unas constantes la maestría del dibujo, la precisión de la pincelada y la forma original de interpretar sus argumentos. Él habla de “un acentuado expresionismo en los comienzos, luego una época más mística, para llegar a un personal tecnorealismo, y transitar ahora por la abstracción simbólica y otros caminos que pasan por el paisaje urbano y, como es lógico, la figuración”.

Los cuadros de Nadir hay que leerlos muy despacio, porque más allá de la su belleza, de unas imágenes perfectamente dibujadas, de unos escenarios espectaculares, hay una historia. El artista cuenta muchas cosas en unos cuadros que siempre están cargados de simbolismo, de pequeños objetos que se repiten, de delicadas citas que resumen la dirección del pensamiento del autor, de auténtica poesía.

Su última gran obra, una enorme panorámica de tres metros y medio de larga, muestra una amplísima perspectiva que comienza y termina en la Catedral, pero en medio muestra la visión de un barrio sin monumentos, con edificios sin relevancia, pero en los que se desarrolla la vida de buena parte de la ciudad en una visión de 360 grados. La mirada del pintor recorre con detenimiento el escenario siguiendo el volar de una hoja que atraviesa el cielo pasando en su caminar por el tiempo del brillante verde al dorado ocaso. Y hay un autorretrato del artista y hay pequeños zapatos de niño que también evolucionan acompañando a la mirada del artista. Un cuadro tan pleno de contenido como de virtuosismo que expresa con claridad la forma de pintar de Nadir.

Alguien capaz de convertir en belleza la transparencia de un plato de duralex, puede ser alcanzar cualquier objetivo dentro de la pintura. El casino con sus ruletas, sus mesas de juego, con la suerte revoloteando en los rincones, tiene ahora el complemento añadido de los espectaculares cuadros de Nadir en sus paredes.

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