lunes, 16 de junio de 2008

(Francisco Suárez)Las maravillosas consecuencias plásticas del azar

El pintor leonés Francisco Suárez expone en la sala Provincia


Las pinturas que el leonés Francisco Suárez presenta en la sala Provincia del ILC, son sorprendentes. Asombran al espectador por lo complicado de la técnica empleada, basada a partes iguales en la gravedad, la casualidad… y por el saber hacer de un artista que ha llegado a la madurez.

Una veintena larga de grandes lienzos demuestran que este pintor, nacido en León en la década de los sesenta, estudiante en la emblemática Facultad de Bellas Artes de Salamanca, y poco conocido en su tierra, hace con su trabajo una de las propuestas más novedosas y sólidas de la pintura española actual. La selección de cuadros que se ofrece en la muestra es una síntesis de su obra desde el año 2001 a la actualidad.

Luis García, responsable de exposiciones de la entidad, resaltó en la presentación de la muestra que Francisco Suárez representa “la constatación de que las apuestas que se hicieron por la Diputación en forma de becas hace ya bastantes años, concretamente en el momento en el que dirigía este departamento de cultura Antonio Gamoneda, han dado espléndidos frutos”.

Francisco Suárez comenzó pintando con las bases del neoexpresionismo que estaba de moda en la década de los ochenta. Su obra fue madurando con los años hasta llegar al territorio de la abstracción, vinculándose en los noventa “con lo que será la recuperación europea de las nuevas visiones abstractas, en un momento en el que se planteaba la muerte de la pintura como medio expresivo. Fue el momento en que se recuperaron las técnicas pictóricas como proceso creativo y unos nuevos enfoques de la abstracción más pura”.

La obra de Francisco Suárez se inscribe en un territorio de revisión en el que el soporte tendrá una importancia clave. La pintura de Suárez es, según Luis García, “Muy rigurosa, muy estricta, muy regulada y muy controlada… Pero uno de los elementos claves para comprenderla es que en sus cuadros hay una parte muy importante de descontrol, un segmento en el que el artista no puede controlar la ejecución de la obra, sino que la casualidad va a ser el eje de su trabajo. Hay pues en su obra dos componentes: el racional y que en algunos casos roza casi la matemática, empleando la línea como elemento generador de sus cuadros. Y por otro el componente gestual, espiritual, poético, que viene como consecuencia de esa acción incontrolada que participa en la creación como protagonista”

Explicó el pintor en la presentación de su exposición que su evolución “ha ido a grandes rasgos desde más geometría y más color a unas obras en las que cuenta más el azar y en las que hay menos color y más profundidad. Creo que esta es una selección interesante de mi trabajo en los últimos años, sobre todo porque muchos de estos cuadros se ven por primera vez, algunos no habían salido nunca de mi estudio”.

La exposición, como viene sucediendo ya de forma casi habitual durante los últimos tiempos, cuenta con un estupendo catálogo razonado. El Instituto Leonés de Cultura, la Diputación en definitiva, está haciendo un gran esfuerzo por brindar a los autores leoneses la posibilidad de contar con importantes catálogos de su obra, algo imprescindible para los artistas y que en el caso de los leoneses contaba con un enorme vació.

Es la de Francisco Suárez una muestra llena de hallazgos, pletórica de sorpresas, y con algunos enigmas… que sin duda descubrirá a los espectadores leoneses a una figura, a un artista, hasta hora no demasiado conocido en la tierra que le vio nacer.

Viaje a la mejor gastronomía española



Hay muchas maneras de entender un viaje gastronómico por España, y una de las mejores es la emprendida por el equipo de autores que han realizado el libro España Gastronómica, un volumen que demuestra que la modernidad y el respeto a las tradiciones culinarias no tienen que estar enfrentados.

El libro, publicado gracias ala colaboración de la Confederación de Cajas de Ahorro, tiene una primera parte dedicada a glosar desde muy distintos puntos de vista los productos alimentarios españoles, y las diferentes formas de enfrentarse con ellos en los fogones. Viene después un recorrido por las comunidades autónomas en el que se comentan las propiedades de las múltiples bodegas con las que contamos en este país y sus denominaciones de origen.

Se repite el viaje, pero ahora para dar a conocer los secretos culinarios de los distintos pueblos, para terminar con una extensa guía de los más destacados restaurantes de España.

Es un libro de fácil lectura, lleno de puntos de encuentro que llevarán al lector a intentar un mejor conocimiento de lo que aquí solamente se apunta. De cualquier manera es una estupenda guía para aquellos que quieran recorrer la península disfrutando de la buena mesa.

La investigación y análisis de los productos característicos, así como el descubrimiento de las claves de la esencia culinaria de cada zona ha corrido a cargo de prestigiosos especialistas, que han trazado una semblanza seria, esperanzadora, histórica o divertida, según el caso, de las particularidades gastronómicas de cada una de nuestras comunidades.

Su referencia a León nos parece algo escasa, pero si tenemos en cuenta que se trata de reunir en unas doscientas cincuenta páginas, todo lo bueno del país, hay que reconocer que es suficiente.

El Concurso Gastronómico de la Trucha puede mejorar


Cuidando los pequeños detalles el certamen puede ser el más importante del país

La trucha ha vuelto a ser protagonista de la actualidad leonesa por derecho propio. Los ríos de la provincia han contado con la presencia de los concursantes en el Semana Internacional, y los salones del Parador de San Marcos han sido el estupendo escenario de un concurso gastronómico que es ya, por derecho propio, uno de los más veteranos de cuantos se celebran en España.

A pesar de su respetable edad, el certamen sigue teniendo las constantes de un joven en plena forma. En él, para que todo siga igual, nada cambia. Muchos son sus aspectos positivos, pero también hay algunos un tanto decepcionantes... que ahí continúan, incombustibles, como si no existiera una cirugía capaz de erradicarlos.

Puede sonar repetitivo, pero hay que dejar constancia no tanto de los éxitos como de los fracasos, que son los que debemos procurar entre todos que cada vez sean menos, pues el prestigio alcanzado a escala nacional por el concurso bien merece un pequeño esfuerzo para que se acerque cada vez más a la perfección.

Los jurados se enfrentan cada año a un centenar de platos cuyo “punto” en muchos casos pasó hace ya muchas horas. Tienen que degustar guisos que se elaboraron con el mayor cariño la tarde anterior y que llegan a las mesas del certamen complemente fríos, siendo imposible captar todas sus esencias... bueno, ni siquiera las más evidentes. Otro dificultad que deben afrontar los esforzados miembros del jurado es la carencia de luz en el gran salón que se dedica a la exposición de los platos concursantes. Hay que conseguir que esas cuidadas elaboraciones se muestren como en una galería de arte, pues ya sabemos que en este tiempo los cocineros son auténticos artistas plásticos que merecen todas las consideraciones estéticas.

Pero lo más importante es conseguir que, bien en las grandes cocinas del Parador o en unas instaladas de forma provisional, los cocineros elaboren sus recetas en el momento y las presenten ante en jurado en su punto justo, para que sus miembros puedan aprecias a la perfección todas sus cualidades de textura, sabor y aromas, además, como decíamos, de sus virtudes estéticas.

Hay otros pequeños detalles que suponemos servirían de estímulo a los posibles concursantes. Por ejemplo, en vez de la lista interminable de premios, que hace que prácticamente todos los participantes se llevan algún galardón, pensamos que los premios deberían ser menos pero más importantes, con lo que el prestigio aumentaría.

Otro detalle importante a corregir es el de que el ganador del premio en una edición no debería presentarse a la siguiente. Esto es algo que se hace habitualmente en todos los concursos, y que evitaría que participantes como el ya célebre Restaurante Granero, de Valencia, figure edición tras edición en la cabecera de la lista de galardones. Es encomiable el interés que este gran profesional demuestra por nuestro concurso, pero es cansino que lo gane siempre.

Finalmente, para no aburrir, creo que es un tanto lamentable que en el certamen no puedan emplearse para la elaboración de los platos truchas de verdad, por ejemplo las que esos mismos días pescan los participantes del concurso en los cotos provinciales. Es paradójico encontrarse, en un concurso netamente leonés, con creaciones culinarias realizadas con grandes truchas asalmonadas que nadan tienen que ver con las de nuestros ríos. Con el empleo de truchas autóctonas y la preparación de los platos en vivo y en directo el concurso ganaría muchos enteros y llegaría al medio centenar de ediciones en plenitud de forma.

Pero por encima de todo hay que felicitar a la Asociación de Hostelería y especialmente al incombustible Benito, su entusiasmo y profesionalidad a la hora de manejar los mil y un hilos que hacen posible que cada año este concurso sea un enorme éxito.

(Christina Oiticica)Pintura mágica en la Casa de las Carnicerías

Christina Oiticica, esposa del mítico escritor brasileño Paulo Coelho, entierra sus obras en las orillas del Camino de Santiago para que reciban su misteriosa fuerza.


El viejo hospital de San Marcos es uno más de los capítulos del mágico Camino de Santiago. Sus piedras esconden los misterios y magias que los peregrinos han invocado en este lugar durante siglos. Quizá por eso es el lugar ideal para hablar con una pintora que desde hace algún tiempo entierra sus obras en las orillas de la senda santiaguista para que se impregnen de las fuerzas telúricas que la adornan.

Se llama Christina Oiticica y concita en su persona las tradiciones místicas de las lejanas selvas brasileñas y los secretos iniciáticos de Compostela. Christina, que actualmente vive en un molino de Saint Martin, en los Altos Pirineos del suroeste francés, explica que fue su esposo, el escritor brasileño Paulo Coelho “el que me puso en el Camino aunque, por otro lado, fue una elección natural que se ha convertido en algo fundamental para mí. Siento que el Camino de Santiago es sagrado, un rito muy importante en mi vida. Hace veinte años que lo recorrí por primera vez y desde entonces me he fundido con su historia, sus tradiciones y su magia”.

Las altas bóvedas del parador santiaguista ponen eco a las palabras de la artista. “Estoy convencida de que el Camino cambia la vida de las personas, ha cambiado totalmente la nuestra, la mía y la de mi marido”. Recordemos que Paulo Coelho ha vendido millones de ejemplares de dos libros fundamentales entre las referencias literarias de Compostela durante el siglo XX, El peregrino de Compostela (1987) y El Alquimista (1988), y que son bagaje imprescindible en las mochilas de miles y miles de peregrinos santiaguistas.

Christina Oiticica es pintora y como tal llega a León, concretamente a la recoleta galería de Caja España en la Casa de las Carnicerías. Su muestra, El Camino Peregrino, está formada por lienzos que, después de pintarlos, ella ha enterrado en las orillas del Camino, dejando que se impregnen de las corrientes mágicas que circulan por la milagrosa senda que marcan las estrellas. “Este proceso comienza cuando pinto mis obras en la misma naturaleza. Hay una primera acción, la impronta que los elementos naturales marcan en el transcurso del tiempo sobre la superficie del cuadro, pero la más importante es otra menos palpable, es la magia de la que se impregnan las telas, algo que no vemos... pero que es espectador siente. La naturaleza juega un papel fundamental en mi trabajo. Su interferencia en los cuadros es siempre sorprendente. Durante el ciclo de un año, en el que ella trabaja a la par que yo, entablo una fuerte relación con la tierra. Comparto con ella la pintura, dejando que la transforme como si fuera una semilla, la cual, al cabo de doce meses, me brindará un fruto”.

Los cuadros de esta serie han podido contemplarse en la muestra permanente que la artista tiene en Puente la Reina, pero el conjunto que presenta en la Casa de las Carnicerías, comienza aquí un periplo peregrino que le llevará a visitar las distintas ciudades que jalonan el Camino hasta llegar a Santiago de Compostela.

La obra de Christina Oiticica, también tiene influencias orientales que la artista expresa a través de quimonos. “Son prendas especiales para el Camino, que están asociadas a otro camino mágico de peregrinación que existe en las lejanas tierras de Japón. Estos quimonos son como un hermanamiento entre dos lugares mágicos situados en los extremos de oriente y occidente”.

viernes, 13 de junio de 2008

(Antonio Capel)Con los toros como disculpa

El gran pintor palentino Antonio Capel expone sus lienzos en Sharon Art

Admirando las obras del pintor palentino Antonio Capel el espectador puede ilusionarse con la belleza de un gato que guarda la ventana a la hora de la siesta, para que los duendes no perturben el sueño de su amo. Enternecerse con la mirada ingenua de unos niños retratados en la penumbra de una antigua habitación. Quizá llegue a percibir el juego de sensualidad que emana de sus desnudos. También podrá comprobar el que mire sus lienzos el inexorable paso del tiempo, la huella que la vida imprime en los elementos que componen sus naturalezas muertas. Pero el visitante de una exposición de este singular artista no tendrá más remedio que apasionarse con sus pinturas taurinas. Toros y toreros pueblan unos lienzos pletóricos de luz, aunque lo que mejor pinta Capel son los trajes de luces, el artista consigue reflejar mucho mejor que cualquier fotografía toda la belleza de ese traje de ceremonia que es el resumen de toda la belleza, si es que la tiene, de ese antiguo y trágico ritual que es la fiesta de los toros.

La historia de Antonio Capel, en contraste con su obra, es sucinta. Siempre le gusto dibujar y pintar y un buen día, siendo aún muy joven, decidió dedicar una parte de su tiempo a recibir unas clases básicas de pintura. Con este bagaje y sus cualidades innatas, él se denomina a sí mismo autodidacta, ha llegado a ser un pintor de prodigiosas cualidades, un artista que domina perfectamente la técnica y, sobre todo, un dibujante meticuloso y un pintor capaz de reflejar con auténtico hiperrealismo toda la luz que llega a sus retinas.

Este cúmulo de cosas podría hacer pensar a quienes no conocen su pintura que es un pintor anclado en el tiempo, pero nada más incierto, Antonio Capel, o Capel como a él le gusta firmar sus obras, es un pintor comprometido con la época que le ha tocado vivir y emplea su sapiencia técnica para tratar los diferentes temas desde un enfoque moderno y casi siempre original. Contemplando los hierros, los cueros, las telas y las luces y sombras que conforman uno de los cuadros que estos días cuelga en Sharon Art, el que ha dedicado a reflejar la rodilla de un picador taurino, puede el visitante darse cuenta de la perfección y la originalidad de este pintor.

En algunas ocasiones los cuadros taurinos de Capel han servido de carteles para los festejos taurinos que se celebran en León durante las fiestas de San Juan y San Pedro, este año no ha sido así y es una lástima.

sábado, 7 de junio de 2008

Un libro para amantes de la buena mesa


Libros de cocina con cientos de recetas, libros de cocina dedicados a productos como el bacalao, los asados, los mariscos, los postres... hay como para llenar enormes bibliotecas, pero libros que interpreten los temas gastronómicos desde los diferentes puntos de vista, desde los distintos enfoques, que hablen de la historia culinaria, de las biografías de grandes cocineros, de las anécdotas producidas alrededor de los fogones a lo largo del tiempo... de esos, en comparación, hay muy pocos.

Hoy destacamos en este espacio el volumen titulado “Miscelánea de la gastronomía y los grandes restauradores”, de Miguel Carbajo. Un libro original y distinto en el que se pretende dar una imagen de aquellos que, con sacrificio, trabajo y constancia, lograron elevar la cocina a cotas muy altas, haciendo de ella un arte, al igual que lo hicieron otros muchos a través de los siglos, considerando la cocina como una parte muy importante de las distintas culturas.

En el libro, lujosamente editado, se dan a conocer curiosidades de Leonardo da Vinci y otros cocineros famosos, así como reducidas biografías de los mejores chef de cocina y propietarios de restaurantes españoles, que han dado prestigio internacional a las distintas cocina autóctonas que representan a España.

Pero también contiene secciones en las que se glosa la literatura de ola cocina, los refranes y dichos del buen yantar o el nomenclátor de la cocina clásica.

Un libro imprescindible para los amantes de la buena mesa.

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Miscelánea de la gastronomía y de los grandes restauradores, de Miguel Carbajo. Madrid 1990, imprenta de Pedro martín Moreno

domingo, 1 de junio de 2008

(Nadir)La pintura juega a la ruleta

El pintor leonés Nadir expone sus cuadros en la Casino del Conde Luna


Nadir es ya uno de los grandes clásicos de la pintura leonesa. A pesar de su juventud, el artista lleva a sus espaldas más de quince años ininterrumpidos de exposiciones. Nadir es pintor meticuloso, aunque no hiperrealista. Le gusta interpretar sus pensamientos, recitar con los pinceles los poemas surrealistas que brotan a raudales de su imaginación. Nadir es el pintor del equilibrio, sus complicadas composiciones siempre tienen un muy bien fundamentado punto de apoyo sobre el que todo gira con seguro movimiento. Y, además, es un artista valiente capaz de enfrentarse a lienzos de grandes dimensiones que en pocas ocasiones puede mostrar en toda su verdad. El Casino del Conde Luna, lugar convertido por primera vez en sala de exposiciones, ha permitido al artista exponer juntos la mayoría de sus cuadros de gran formato y su visión impresiona.

Pero lo más interesante de esta exposición, que por razones del lugar, en una parte solamente puede ser visitada por mayores de 18 años, es la recopilación que Nadir ha hecho de su trabajo a lo largo de los años, una antología donde se aprecia claramente la evolución de su pintura. En los comienzos un torbellino de ideas expresadas con toda la crudeza y valentía de los pocos años, de casi su adolescencia. Después el trabajo más reposado y cada vez más espectacular. Y a lo largo del tiempo unas constantes la maestría del dibujo, la precisión de la pincelada y la forma original de interpretar sus argumentos. Él habla de “un acentuado expresionismo en los comienzos, luego una época más mística, para llegar a un personal tecnorealismo, y transitar ahora por la abstracción simbólica y otros caminos que pasan por el paisaje urbano y, como es lógico, la figuración”.

Los cuadros de Nadir hay que leerlos muy despacio, porque más allá de la su belleza, de unas imágenes perfectamente dibujadas, de unos escenarios espectaculares, hay una historia. El artista cuenta muchas cosas en unos cuadros que siempre están cargados de simbolismo, de pequeños objetos que se repiten, de delicadas citas que resumen la dirección del pensamiento del autor, de auténtica poesía.

Su última gran obra, una enorme panorámica de tres metros y medio de larga, muestra una amplísima perspectiva que comienza y termina en la Catedral, pero en medio muestra la visión de un barrio sin monumentos, con edificios sin relevancia, pero en los que se desarrolla la vida de buena parte de la ciudad en una visión de 360 grados. La mirada del pintor recorre con detenimiento el escenario siguiendo el volar de una hoja que atraviesa el cielo pasando en su caminar por el tiempo del brillante verde al dorado ocaso. Y hay un autorretrato del artista y hay pequeños zapatos de niño que también evolucionan acompañando a la mirada del artista. Un cuadro tan pleno de contenido como de virtuosismo que expresa con claridad la forma de pintar de Nadir.

Alguien capaz de convertir en belleza la transparencia de un plato de duralex, puede ser alcanzar cualquier objetivo dentro de la pintura. El casino con sus ruletas, sus mesas de juego, con la suerte revoloteando en los rincones, tiene ahora el complemento añadido de los espectaculares cuadros de Nadir en sus paredes.